miércoles, 22 de junio de 2011

México y su Ig Nobel: Diamantes y Tequila...


El primero de octubre del 2009 se llevó a cabo, en el Teatro Sanders de la Universidad de Harvard, la XIX Ceremonia Anual de entrega de los Premios Ig Nobel, una afortunada parodia de los Nobel que premia investigaciones que “primero te hacen reír y luego te hacen pensar”. Se trata de investigaciones serias (aunque no lo parezcan), que se publicaron en revistas científicas de prestigio.

Esa noche los reconocimientos del año fueron entregados nada menos que por nueve premios Nobel y uno de ellos fue para investigadores mexicanos: el Ig Nobel de química fue otorgado a Javier Morales de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Miguel Apátiga y Víctor M. Castaño de la UNAM, por crear DIAMANTES A PARTIR DEL TEQUILA.
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Ya sabíamos que esta bebida que nos ha hecho famosos en el mundo entero era valiosa, pero no sabíamos cuánto.

La investigación se llevó a cabo en el Laboratorio de Películas Delgadas del Centro de Física Aplicada y Tecnología Avanzada (CFATA) de la UNAM, ubicado en Juriquilla, Querétaro. Miguel Apátiga Castro y sus colegas primero obtuvieron estructuras de diamante a partir de soluciones como la acetona, el etanol y el metano, compuestos que contienen átomos de carbono y de hidrógeno. Encontraron que al diluir en agua el etanol (o alcohol etílico, principal componente de las bebidas alcohólicas) para formar un compuesto de 40% de etanol y 60 %de agua, se obtienen películas de diamante de buena calidad. Apátiga recordó que esta proporción era muy similar a la del tequila y se preguntó si podría usar esta bebida como precursor de los diamantes.

Una mañana de camino a su laboratorio, compró una anforita de tequila blanco barato e inició las pruebas. Temía que las otras sustancias presentes en el tequila contaminaran el proceso, pero no fue así. Apátiga relata que “Los resultados fueron sorprendentes: al igual que con la mezcla de etanol y agua, obtuvimos diamantes de forma casi esférica y tamaño nanométrico. No cabe duda: el tequila tiene la proporción exacta de átomos de carbono, hidrógeno y oxígeno para formar diamantes”.

Entonces, con ayuda de un equipo de físicos de la Universidad de Vilna (Lituania), Apátiga y sus colegas diseñaron un aparato llamado MOCVD (siglas en inglés de Deposición Química de Vapor Metalorgánico).

El tequila se calienta a 280 ºC para transformarlo en gas. Después pasa a una cámara de reacción a 800 ºC para romper la estructura molecular de sus componentes. Finalmente los átomos de carbono se depositan unos encima de otros sobre una base de acero inoxidable, formando una delgadísima capa con la estructura del diamante. Por ser el diamante una de las sustancias más duras y resistentes, este hallazgo puede tener muchas aplicaciones. Los diamantes artificiales se pueden usar, por ejemplo, como sustituto del silicio en los chips de las computadoras, o para recubrir herramientas de corte.

Aunque pueda parecer gracioso que el tequila se use como materia prima para hacer diamantes, el hallazgo de Apátiga, Morales y Castaño es resultado de una investigación científica seria que seguramente tendrá repercusiones importantes.
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Lo mismo se puede decir de los otros ganadores de los premios Ig Nobel de ese año. Veamos.

El de medicina veterinaria fue otorgado a Catherine Douglas y Peter Rowlinson, de la Universidad de Newcastle, Reino Unido, por demostrar que las vacas con nombre producen más leche que las que reciben un trato impersonal de parte de sus dueños. Catherine Douglas no pudo asistir a la ceremonia porque acababa de dar a luz, pero envió un foto de ella y su bebé recién nacido ataviado con disfraz de vaca, y una vaca.

El Ig Nobel de la paz se otorgó a unos investigadores de la Universidad de Berna, Suiza, por determinar experimentalmente que es mejor recibir un golpe en la cabeza con una botella llena de cerveza que con una vacía.

El premio Ig Nobel de física fue otorgado a Katherine K. Whitcome, de la Universidad de Cincinnatti, quien mostró por qué las embarazadas no se van de bruces pese a la prominencia del vientre.

Durante la ceremonia, Elena Bodnar hizo una demostración del invento que le valió el premio Ig Nobel 2009 de salud pública. Se trata de un brassier que, en caso de emergencia, puede rápidamente convertirse en un par de máscaras antigás, una para la dueña de la prenda y la otra para un acompañante. Para demostrar la eficacia de este desarrollo tecnológico, Bodnar fue amablemente asistida por los ganadores del premio Nobel de física 2001, Wolfgang Ketterle, de literatura 2006, Orhan Pamuk, y de economía 2008, Paul Krugman, quienes se pusieron el brassier-máscara en sus adustos rostros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

He encontrado llo que estaba buscando, gracias por
su momento para preparar la nota. Saludos

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