martes, 3 de mayo de 2011

Histeria, Mitos y Masturbación...

Cuando leía un poco sobre la historia de la psiquiatría, un dato me llamó la atención y procedí a investigar, les comparto el resultado...

El término Histeria viene del griego “hysteros”, que significa útero (matriz).

Hipócrates, el padre de la medicina, pensaba que el útero era un órgano que, de vez en cuando, gustaba de salir a dar un paseo por el cuerpo de la mujer: Subía al pecho y a la dama le daban sofocos; llegaba a la cabeza y la tierna y dulce ninfa de mirar celestial se convertía en una leona enfurecida. Bajaba al vientre y aparecían los típicos síntomas que presagian el infierno sobre la tierra: Menstruaciones dolorosas, gritos como los de Linda Blair en El Exorcista o, en algunos casos, apetito sexual insaciable.


Pero he aquí que vino al salvamento la ciencia. Los médicos (no pregunten cómo, que ni siquiera lo imagino, jaja) descubrieron que dando masajes en el clítoris la fiera se calmaba, los síntomas desaparecían, volvía al tierno rostro la expresión beatífica que lo caracterizaba, mejoraba el pago de los honorarios, la frecuencia de las consultas y hasta había un guiño de vez en cuando, una sonrisa agradecida y un regalito en Navidad.

Todo lo anterior, por supuesto, siempre y cuando la paciente llegara al orgasmo. Así que los facultativos debían convertirse, además, en buenos masturbadores. Si no me creen, El Anatomista, de Andahazi , tiene más detalles. (A quien le interese, puede enviarme un mail solicitando el libro).

Sobra decir que con tan agradables remedios, los casos de histeria comenzaron a hacerse populares… perdón, quise decir que se volvieron más graves, con mayor prevalencia, un verdadero azote de la humanidad. Las salas de espera de los médicos se llenaban de mujeres que se preguntaban la una a la otra (con toda seriedad, como corresponde) cómo le había ido en su sesión, qué tan suaves y tibias tenía hoy las manos el galeno y otras cosas de vital importancia para el tratamiento.

Imagino al pobre médico llegando a su casa a altas horas de la noche, desfallecido por haber masturbado a 40 histéricas y que ante la menor insinuación de la mujer diría: “me duele la cabeza”.

Estas mujeres con útero ardiente (según los griegos) tenían ansiedad, irritabilidad, fantasías sexuales y excesiva lubricación vaginal. Los médicos, siempre buscando nuevas alternativas, descubrieron que esos objetos del demonio conocidos como vibradores resultaban de cierto alivio para la enfermedad, disminuían los síntomas como por arte de magia y hasta resultaban didácticos. Los maridos no habrán estado muy contentos con el remedio ni con la comparación, pero era eso o tolerar las urgencias, gritos y sinsabores de tan pernicioso mal.

Desde entonces, los conceptos que se tienen sobre la histeria han cambiado mucho. Ahora muchos la niegan, otros la defienden y otras la siguen sufriendo, sin importar que ahora se le vea como un anacronismo, como un mito o como un vestigio de la ignorancia que cubrió a la medicina durante tanto tiempo.

Pero el tratamiento sigue siendo el mismo, y el resultado igual de bueno. ;D

2 comentarios:

Morita dijo...

Lalitoup mandame tu libro =) esto esta harto interesante ;)

Lalo Torres Cisneros dijo...

:D... "(A quien le interese, puede enviarme un mail solicitando el libro)."

espero tu mail... saludos..