lunes, 18 de junio de 2012

Solo sé que no sé nada...


‎"En primer lugar acabemos con Sócrates, porque ya estoy harto y cansado de este invento de que no saber nada es un signo de sabiduría." (Isaac Asimov)

No hay nadie que no sepa nada. En sólo cuestión de días los bebes aprenden a reconocer a sus madres.

Asimov decía que ya estaba harto de que la gente argumentara la frase de Sócrates y que había que acabar con ella, punto en el que estoy totalmente de acuerdo, pues evidentemente, Sócrates sabía que conocía muchas más cosas que los demás, pero su estilo era siempre fingir ignorancia para luego ir haciendo preguntas que hiciesen que quien estaba intentando explicarle algo no parase de contradecirse hasta que abandonaba.

Sócrates, como es lógico, estaría de acuerdo con esto y explicaría que él no se refería al conocimiento de cosas triviales. Se refería a que en las grandes abstracciones sobre las que discuten los seres humanos uno debe comenzar sin nociones preconcebidas y no examinadas. Sócrates, en sus explicaciones sobre temas como "Qué es la justicia?" o "¿Qué es la virtud?", adoptaba la actitud de decir que él no sabía nada y que los demás tenían que instruirle. (Esto se llama "Ironía socrática", porque Sócrates sabía perfectamente que conocía muchas más cosas que los pobres hombres que escocía como interlocutores). Al pretender ignorancia, Sócrates tentaba a los demás para que expusieran sus opiniones sobre estas abstracciones.

Después planteaba una serie de preguntas aparentemente ignorantes y obligaba a los demás a caer en una mezcla tal de contradicciones que al final desanimaban y admitían que no sabían de qué hablaban.

Es una demostración de la maravillosa tolerancia de los atenienses el hecho de que durante decenios aguantaran esto y que no se cansaran hasta que Sócrates cumplió setenta años y le obligaron a bebe la cicuta (pero esa es otra historia).

Es decir, que Sócrates sabía que para llegar a pensar sobre las grandes abstracciones el primer paso era liberarse de todo prejuicio y supuesto conocimiento sin base, y sabía, además, que pocos sabían esto, por eso su famosa frase. Asimov, al igual que yo, detestaba que se utilizara la frase para todo lo contrario de la intención de Sócrates, AUTOCOMPLACERSE DE LA IGNORANCIA... Él consideraba correcta la frase de Sócrates, pero irritante la manipulación que se hacía de ella.



Fuentes:
Asimov, Isaac. La relatividad del error. España 1994
Wikipedia
Introspecciones

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