lunes, 18 de junio de 2012

Sensación y conocimiento en Aristóteles



El conocido gesto de Aristóteles, el filósofo que dirige la mano hacia la Tierra, según le pintó Rafael, expresa gráficamente su concepción del saber como un proceso ascendente, que se inicia en la percepción sensible, pasa por la memoria, se consolida en forma de experiencia y, desde ésta, produce finalmente el arte y la ciencia.

Hay en este proceso, según su teoría, a la vez una unificación de lo múltiple y una detención de lo fugaz e inestable, que se dan en cada uno de los pasos sucesivos. Para ilustrarlo, Aristóteles lo compara a un ejército en desbandada, en el que si un soldado se detiene, otro se detiene junto a él, y luego otro, hasta que se recompone el orden total. Así, dice, a partir del flujo de sensaciones en el alma, se forma un concepto universal estable, —por ejemplo, la noción de animal.

Aunque Aristóteles procura en todo caso explicar los hechos psíquicos mediante el concepto de movimiento —lo que da a su psicología un carácter netamente físico—, su método no se reduce a hallar sólo el substrato material y observable de los fenómenos o a descubrir el mecanismo de los mismos. Para el filósofo griego no habría comprensión auténtica si en la ciencia no se alcanzara a expresar también la naturaleza o esencia de cada cosa. Por esta razón, en su tratado Acerca del alma, no sólo se interesa, por ejemplo, por el funcionamiento de los sentidos y sus órganos corporales, sino que intenta también captar qué comporta en sí mismo el hecho de percibir.

La comprensión de la percepción sensible será la llave para la comprensión del conocimiento en general. Para ello, Aristóteles observa que la sensación es algo pasivo y receptivo: implica que el sentido sea afectado por el objeto. Con esto, el objeto comunica al sentido su forma sensible, que de este modo se hace presente en el alma. La comparación con que el Filósofo ilumina este hecho es la del sello que imprime su marca sobre la cera. Según esto, en principio la sensación es análoga a cualquier proceso natural en el que un paciente recibe por la acción de un agente una afección que lo altera o modifica. Ahora bien, la sensación no es una pasión cualquiera, pues muchos cuerpos sufren pasivamente una alteración y sin embargo no tienen ninguna percepción. Entonces, ¿qué es lo particular de esa afección, que produce en el ser viviente el fenómeno del conocimiento? ¿Qué diferencia hay entre sufrir una afectación física (un cuerpo se calienta por acción del fuego) y experimentar un hecho psíquico de percepción (el animal percibe el calor)? ¿Se puede definir físicamente tal diferencia? Aristóteles cree hacerlo al decir que en la sensación se trata de una recepción de una forma sin la materia.

Por un lado, eso implica, para él, que la capacidad sensitiva en los órganos de los sentidos debe radicar en una adecuada proporción de sus elementos materiales. Por otro lado, se sigue que la percepción consiste en tener el mismo ser de lo percibido y, por lo tanto, en ser, en cierto modo, igual a lo percibido.

Aristóteles se fundará en esta concepción de la sensibilidad para explicar más adelante la actividad intelectual y el pensamiento. Aunque admite la necesidad de una potencia activa del entender (un “entendimiento agente”), que compara a una luz que ilumina los objetos, básicamente sostiene que entender también consiste en padecer cierto influjo, bajo la acción de lo inteligible. De ahí deduce que el entendimiento ha de ser una potencia capaz de recibir todas las formas —ya que es capaz de entenderlo todo— y para ello debe ser de suyo mera potencia, libre de toda forma en acto, como un papel en blanco en el que no hay nada escrito.

Para ser capaz de una función así, hay que concederle al entendimiento algunas características muy especiales. Aristóteles dirá que es impasible, a la vez que receptivo de las especies, que es separable, que “no se mezcla con el cuerpo, es inmaterial y no tiene órgano —lo cual lo distingue ya por completo de la sensación.

También en el entender, como en la sensación, el cognoscente se identifica con la cosa conocida, y por ello llega Aristóteles a afirmar que “el alma es en cierto modo todas las cosas”, es decir, viene a tener el ser de todas las demás cosas. Ello se comprende si conocer algo es poseer su forma en el alma, y la forma es lo que hace ser a cada cosa lo que es. Conocer, pues, según el Estagirita, es en cierto modo ser la misma cosa conocida, aunque de un modo peculiar, no estrictamente físico, es decir, de un modo menos ligado a la materia y más fundado en la consistencia intrínseca de la forma.

Fuentes
Prevosti Monclús A. Ensayo Filosófico. Sensación y conocimiento en Aristóteles. Mente y Cerebro 02/2003.
La teoría del conocimiento de Aristóteles. Departamento de Ética, religión y filosofía. 2009

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