jueves, 13 de junio de 2013

Cerebro y Altruismo

Dada la tendencia actual de la medicina, no es raro encontrarse y abordar tópicos tan llamativos como: La moral del cerebro, Imaginación y moral cerebral, La ética del cerebro, Experiencias místicas y el lóbulo temporal. En todos estos tópicos y discusiones, se toma el cerebro como el órgano del pensamiento, de la moral, que crea las experiencias religiosas, etc. Siguiendo esta línea de pensamiento, no es de extrañar que también los neurocientíficos hayan buscado las áreas cerebrales encargadas de los actos de altruismo. Y, en efecto, recientemente han aparecido algunos trabajos que estudian las áreas corticales y centros nerviosos que se activan cuando se pagan religiosamente los impuestos, cuando se da limosna a un pobre, cuando se ayuda al necesitado, cuando se contribuye con una generosa aportación a una organización no gubernamental, etc. 

Entre los centros que muestran más actividad cuando se realiza este tipo de actos altruistas (este tipo de estudios se han llevado a cabo mediante la resonancia magnética funcional) está el núcleo accumbens (situado en la confluencia del núcleo caudado con el putamen), la amígdala y junto a estos centros también aparecen estimuladas diferentes áreas corticales, como la corteza prefrontal, especialmente la zona orbitaria, y la porción posterior de la primera circunvolución temporal, por lo que algunos autores admiten que entre todos estos centros y áreas corticales hay una amplia red de interconexiones, y hablan de un circuito frontomesolímbico. 

Varios de los centros del altruismo son los que se activan cuando se experimentan sensaciones placenteras (comida, sexo), centros que llevan a los animales de experimentación a estimularlos (mediante electrodos previamente implantados en ellos) de manera compulsiva. Incluso algunos neurocientíficos hablan de que estos circuitos nerviosos, que constituyen la base anatómica del altruismo, están programados genéticamente.


Figura - Centros que muestran mayor actividad cuando se realizan actos altruistas. 

El hecho de que realizar una acción altruista vaya seguida de una sensación placentera lleva a pensar que ahí está la recompensa; por tanto, la inclinación al altruismo es una manifestación más de egocentrismo y no de amor desinteresado al prójimo. 

Por otra parte, si se admite el "circuito" innato de centros altruistas, la disposición a los actos caritativos está determinada genéticamente, como los instintos, por lo que la voluntariedad de estos actos o no existe, o es muy limitada. Esta visión materialista, que hasta los actos heroicos los reduce a meras sensaciones corporales, viene obligada por la concepción inmanentista (en filosofía se califica a toda aquella actividad como inmanente a un ser cuando la acción perdura en su interior) del hombre: si el hombre no es más que materia y con la muerte es condenado a la nada, ¿qué valor puede tener sacrificarse por los demás sin esperar ninguna recompensa intramundana? 

El altruismo es más que un circuito nervioso 
La concepción reduccionista del hombre y de su actuar choca, sin embargo, con conductas que no se pueden explicar con una concepción tan pobre y material del hombre y de la sociedad. En efecto, si cada uno sólo busca su seguridad y su bienestar, no puede haber ni una buena convivencia familiar, ni es posible la seguridad ni el bienestar de las diversas comunidades. ¿Qué sentido tiene la patria? ¿Por qué voy a restringir mi libertad, entendida como hacer lo que quiero, aunque vaya en detrimento de los demás? ¿Qué sentido tiene mantener la vida de un anciano, que es una carga para la familia y la sociedad? ¿Por qué restringir la posibilidad de abortar si el embarazo no es deseado por la madre? 

Afortunadamente, hasta en el campo instintivo, hay conductas altruistas: animales que por defender sus crías ponen en peligro la vida, y personas que han muerto por salvar a otras, porque ven en sus semejantes a seres dignos de toda consideración y de ayuda desinteresada. 

Padre Kolbe 
Un ejemplo es el del Padre Kolbe. Este religioso polaco se encontraba preso en el campo de exterminio de Auschwitz, por el simple hecho de ser un fraile polaco. Un día se fugó un preso de la misma sección que el Padre Kolbe.

Como pasaron 24 horas y no pudieron cazar al fugado, los nazis aplicaron el procedimiento que tenían para estos casos: formaban la sección del fugado y sorteaban 10 presos, que debían pasar al búnker de la muerte. Uno de los que le cayó la suerte comenzó a lamentarse amargamente de la suerte que iban a correr su mujer y sus hijos. Entonces, el Padre Kolbe se acercó al oficial nazi y le pidió permiso para ocupar el lugar de aquel padre de familia. Se lo concedió y pasó con los otros 9 al búnker, donde desnudos, sin comer ni beber, murieron al cabo de unos 10 días. 

Es difícil explicar el comportamiento de este fraile si se aplica la receta del altruismo materialista. La Iglesia le ha considerado mártir y lo ha elevado a los altares.


Bibliografía 
Gonzalo-Sanz Luis María. Cerebro y altruismo. JANO Febrero/2009. N° 1724. www.jano.es 
Tankersley D, Store CJ, Huettel SA. Altruism is associated with an increased neural response agency. Nature Neurosci. 2007;10:150-4. 
Inmanencia. Wikipedia.org 
El mártir de Auschwitz. Historias de la Historia. http://historiasdelahistoria.com/2012/09/30/el-martir-de-auschwitz

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